Definir la palabra oscuridad es algo complicado. Podríamos relacionarla con no ver nada, con el color negro o simplemente con la sensación de incertidumbre al no poder identificar lo que nos rodea. Sin duda, la definición que más me agrada es que la oscuridad es la ausencia de luz.
Y esta falta de luz la puedo comparar con la capacidad que tenemos todos de iluminar las vidas de los demás, una labor que puede parecer simple con la sola presencia, pero que a veces no es suficiente. Identifico esta presencia de luz de muchas maneras y algunas de ellas pueden identificarte de tal forma que inclusive te lo hayan dicho. Que tu eres un ser de luz.
¡Qué halago tan grande! ¡Qué forma de hacerte sentir importante si alguien te lo ha dicho alguna vez! El decirte que con tu presencia iluminas la casa, la reunión o tu trabajo.
Esas personas que cuando saludan con una sonrisa dejan destellos de luz y una sensación de luminosidad que simple y sencillamente atrae a quienes tienen ausencia de luz en su vida.
Destellos que hacen la gran diferencia en circunstancias adversas y que probablemente estas personas ni se dan cuenta de tanta luz que emanan con su sola presencia.
Quiero compartir contigo los puntos que he visto que dan luz, con el objetivo de que identifiques cuáles están en ti. Probablemente eres uno de estos seres que están dejando una estela en su paso por este mundo y logras disminuir la oscuridad en la que viven quienes te rodean.
Destellos de luz que emanas cuando logras poner esperanza donde se ha perdido. Esa palabra que invita a recordarnos que no todo está perdido, que siempre hay una salida y que, por más adversa que sea la situación, todo pasa; que inclusive la muerte es un paso más que todos vamos a dar y que con Fe confiamos en que viene algo mejor.
Emanas luz cuando logras poner armonía donde no la hay. Cuando evitas la discusión acalorada a través de dar tu verdad, de respetar la verdad de los demás e intentar llegar a acuerdos donde se beneficien ambas partes. Evitas imponerte a través de destruir argumentos de los demás y recuerdas que la llave de entrada al corazón más difícil es cuando le reconoces sus cualidades. Cuando conservas esa capacidad de escucha que tanto se necesita y que hace que quienes te rodeen te busquen continuamente por ese don que tienes de no sólo oír, sino de escuchar activamente.
Qué luz tan fuerte emanas cuando recuerdas que detrás de una persona difícil siempre hay una historia difícil y que probablemente su historia personal lo hace actuar de formas diversas y muchas veces no acordes con la verdad.
Emites luz cuando sabes poner un valor agregado a lo que haces. Cuando tu toque personal hace la gran diferencia en cualquier actividad. Cuando ese valor está orientado a hacer sentir importante a la gente a través de frases o detalles que hacen la gran diferencia.
Destellos de luz salen de ti cuando conservas esa cualidad que todos los niños tienen y que desafortunadamente con el paso de los años tendemos a perder: La capacidad de asombro, la capacidad de admirarnos por las cosas “simples” de la vida que muchas veces son las más significativas. Asombrarnos por sentir, ver, oír tantas maravillas que día con día se nos dan y que no valoramos por la gran prisa en la que vivimos.
Emites gran estela de luz cuando tienes claro lo que quieres, sabes a dónde vas y disfrutas en el camino. Tener claras las metas es fundamental para que la vida tome un rumbo, tener ilusiones para tener una vida mejor es maravilloso, pero luchar tanto por eso y no disfrutar en el intento es terrible. De nada vale pasar tantos años anhelando una vida mejor si no disfrutamos el momento actual.
Emites luz cuando te enfocas en lo positivo de lo que sucede. Cuando valoras y fortaleces tus cualidades y reconoces tus defectos, evitando a toda costa caer en la tentación de culpar a la mala suerte por todas tus adversidades. Somos consecuencia de nuestros actos. Nuestro pasado influye en nuestro presente y nuestro presente tendrá repercusión en nuestro futuro.
Vale la pena hacer un firme propósito de dar luz a través de nuestros actos y nuestras palabras. Qué triste sería irnos de este mundo sin haberlo dejado mejor que como lo encontramos. Qué oscuridad tan grande el estar y no hacer sentir. El dar por obligación y no con alegría.
Entre más destellos, más alegría sentirás en tu corazón y al paso del tiempo verás que la vida tiene más sentido cuando damos con alegría y nos enseñamos a recibir con agradecimiento.
Deseo que los destellos que emitas den tanta luz que la oscuridad del miedo, del desamor, de la incertidumbre y la apatía no se hagan presentes. Que tu vida sea una bendición para quienes sufren y se desesperan y que al final de los días puedas expresar con satisfacción: ¡Misión cumplida!