Hasta hace unos mese había creído en mis recuerdos mas nítidos y dudaba de otros, por nebulosos o generales. Ahora, dudo de todo.
He cotejado algunos datos con objetos sobrevivientes de aquellos días y he descubierto que lo que yo consideraba “recuerdo inobjetable” también es dudoso, al menos en potencia.
Por ejemplo, el año 1974, lo único que recordaba con exactitud era a mi tia alzando la copa en fin de año y diciendo “que increíble, ya estamos en 1974” .
Ahora bien, siendo mas detallista, de lo que estoy completamente convencida es de que mi tía dijo algo en 1974 que tenia que ver con la velocidad con la que pasan los años. Pudo haber sido nochebuena o navidad, antes o después de un brindis. La palabra “increíble” también pudo no haber sido pronunciada.
Con asombro he descubierto, gracias a una fotografía que tomamos en la tumba de mi tía, que fue sepultada el cinco de agosto de 1970.
A pesar de semejante revelación anacrónica, he sentido la imperiosa necesidad de construir mi vida. Y no importa si he sido fiel a lo que pasó o a lo que sospecho que pasó, por que es exactamente lo mismo. Al menos para mí.
La memoria no existe, murió en el ’70 en estado de ebriedad.
Paradójicamente, lo único que tengo es un pasado apócrifo. Este presente es tan inútil, que solo sirve de soporte a eso otro tan enorme, amorfo e incierto que quedó atrás.
He dispuesto este relato a modo de escritura digestiva, desde el primer movimiento: acercarse a un plato de comida, hasta el último: desprenderse de lo ingerido.
Observaran también el uso indiscriminado de tiempos pretéritos o presentes: así he vivido, sin poder distinguir delante de atrás.
Organícenme a su gusto.
Y no tengan piedad conmigo. Yo no ja tuve con nadie.
MARÍA BERNABÉ CASTELAR
(Sin respirar)
GARCIA LAO, FERNANDA
Muerta De Hambre
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